24 de septiembre de 2011

El naco, ¿nace o lo hacemos?

Entre las bondades que ha traído la insípida democracia de este país están, no sólo los avances en términos de política, sino la filtración de los fenómenos culturales. Nadie imaginó que la expresión "wey" de los barrios pobres de la ciudad de México se escucharía en boca de hombres y mujeres de lugares "nice" de esta apocalíptica metrópoli. Los grandes centros comerciales albergan un sin número de personas y, aparentemente, el ágora mercantil los acoge sin distinción. Sin embargo, esta necesidad de pertenecer y de aspirar a estatus más altos es la puerta que permitió que se filtrara, en todos los niveles socioecónomicos de la sociedad mexicana, el controvertido concepto de naco, pero no sólo la definición, también se propagó como la influenza en medio de la crisis económica su presencia en todos lados.

Originariamente, el naco era utilizado para referirse despectivamente a los indios o indígenas del país, principalmente, a los que migraron a la ciudad en busca de mejores oportunidades de desarrollo. Al principio, estas generaciones de migrantes conservaron su cultura y no se avergonzaban de su origen. Son las generaciones posteriores las que comienzan a renegar de su pasado y adoptan costumbres citadinas, pero de manera ostentosa, pretenciosa y de mal gusto; las adaptaciones son grotescas y recargadas para ocultar su innegable procedencia, el naco tiene una gran dosis de tendencia, no necesariamente artística, kitsch.

El naco hace un esfuerzo por integrarse a la cultura que le exige personalidad, intenta ser elegante o refinado, sin serlo, resultado en ridículo. El naco es cursi. Lamentablemente, la pereza mental de quienes expresan a la menor provocación la palabra naco ha popularizado su uso, se han dejado de utilizar palabras que definen con precisión algunas actitudes: barbaján, imberbe, patán, irreverente y hasta estúpido, son palabras en peligro de extinción. Es la necesidad de pertenencia y de aspiración la que hizo posible la propagación de los nacos por todos los niveles socioeconómicos, principalmente, la clase media, aunque en todos lados se cuecen habas.

CzAr