Por Edgar de la Flor @ecaos
Pues resulta que el próximo domingo es la entrega de los Oscares. Y sí, como cada año, se reunirán todos los que conforman la enorme industria de cine hollywoodense a regodearse de lo rentable que resultan y a presumirnos que aún con todo pueden ser vanguardistas y premiar películas con “Espíritu independiente” –como si eso fuera una denominación de origen- Igual que todo lo que hacen será luminoso, grande, brillante, de oropel. Bueno, casi igual que una habitación en Las Vegas, incluido el chirridito que hace la electricidad en transportación. Durante tres horas nos harán ver el desfile de sus talentos envueltos en trapos que diseñadores pretenciosos les enviaron a montones, enmarcados en joyas carísimas que les prestaron y la pinta de “No me importa. Si así me visto para hacer el súper”.
