19 de diciembre de 2011

Amig@s secret@s

Es época de dar y recibir, pero no estoy hablando de pasivos y activos, mucho menos de los que esperan la venida del Señor y hasta la preparan, sino de esta temporada de regalos, intercambios y grandes baratas. ¿Saben? Siempre he querido saber quién es la Gran Barata de Suburbia, y cuánto cobra, o si el Buen Fin es una promoción como la de mis vecinas que ofrecen masajes con buen fin. Bueno, algún día lo sabré.

De lo que quiero hablar es de algo nuevo para mí. Nuevo porque nunca había participado en este juego que tiene a bien llamarse Amigo secreto. He sufrido el suplicio de los intercambios escolares por los obsequios recibidos y, seguramente, alguien maldijo su suerte con el regalo que le di. Pero, por primera vez en 28 años que llevo vagando en este mundo, formo parte de este trueque. Con sus asegunes, el juego trata de intercambiar, todos los días, algo para nuestro amig@ que el azar destinó (dulces, tarjetas, cualquier detalle que nos permita conocerl@ y, al mismo tiempo, descubrirnos) y al final, el día de la comida para despedir el año, se revela la identidad del amig@ secret@ y se lleva a cabo el intercambio, con un regalo más grande.

El juego en sí es emocionante: pensar en qué regalar, buscar la manera de llevar el obsequio hasta la bota del susodicho sin que se dé cuenta y driblar todos los obstáculos que se presentan hace del Amigo secreto una buena opción de entretenimiento.

Bota de CzAr. Foto: CzAr
Todo esto viene a colación porque está siendo una manera de catarsis para expresar mi desencanto con este argüende. Hoy lunes 19 es el cuarto día del Amigo secreto en el que participo y, al cierre de esta edición, mi bota sigue vacía. ¡Estos amigos secretos!, prefiero a los alcohólicos anónimos, por lo menos en ellos hay un dejo de arrepentimiento que, combinado con una sonrisa macabra, denota el placer de haber sido de todo y sin medida. Ojalá que en el intercambio del próximo viernes mi amigo secreto compense el grave daño de lo que viene siendo la sicología de uno.

Total, si no querían jugar para que se apuntan, compartir no es obligación.

CzAr