24 de enero de 2012

Haciéndola de jamón

Por Edgar de la Flor @ecaos

Los demonios andan sueltos en este nuestro México. Entre que si no armas uno de los candidatos a presidente y que parece competencia a ver quien dice la estupidez más grande, los tarahumaras se están suicidando por hambre o no, los payasos hacen chistes idiotas y todos los quieren crucificar, las actrices se sienten filósofas y mis Pumas nada más no levantan, estamos viviendo en el limbo. Nos despertamos, prendemos la televisión y no hay más que cosas feas. Que si la guerra en África. Que Hugo Chávez acusa a los gringos de infectarle el cáncer. Que Lucerito y Mijares no regresan ¿Pues a dónde vamos a parar? Es que no debe haber señales más claras de que el Apocalipsis se acerca. Y para rematar me habló una amiga para contarme que se había metido a un curso de apreciación cinematográfica. ¡Por Dios! Algo está mal, muy mal. Ya escucho las trompetas que anuncian el fin.

Y digo esto porque no me imagino a la susodicha en un curso de apreciación cinematográfica a menos que lo impartiera el Opus Dei y fuera para demostrar como el diablo se ha apoderado del mundo. Ella es como la encarnación de la fe cristiana en la tierra. Mi inmaculada amiga es de esas personas que cada que pueden se van a retiros espirituales, no falla a misa y tiene una vocación férrea para el evangelismo. No sé si es su advocación de María, su cariño por los pecadores o el gusto por la culpa, pero a mi siempre me anda jorobando con que reforme mi camino, que deje mi pecadora vida y que me encomiende a san Juditas Tadeo que es el santo patrono de los casos imposibles. Yo con lo perdido que soy pues ya no tengo remedio y siempre le recomiendo que no desperdicie fuego en hornillas. Que mi camino está enmendado –o remendado, según prefieran- y que a mi eso de la mochez de plano no se me da, que prefiero una película con Kate Hudson antes que ir a misa y eso para mí ya es demasiado.

Pues bien, esta hija putativa de las carmelitas descalzas tuvo la brillante idea de meterse a un curso que tiene tanto que ver con ella como la sensatez con los políticos o la congruencia con los perredistas. Y entonces toda preocupada y culposa me habló para contarme que había visto una película que le parecía más bien obra del averno ¿Pues que viste? Pregunté casi con lascivia. Digo, para que sintiera que se iba a ir al infierno tendría que ser algo gruesísimo. En barato pensé que había visto Salo de Passolini o alguna de esas cosas. Casi tuve que contener la risa cuando, con voz temblorosa y bajo promesa de guardarlo como secreto de confesión, me dijo que el engendro del demonio que tenía como maestro los había obligado a ver Jamón, jamón de Bigas Luna. ¡Santo Dios! ¡Si eso es pecado mortal en primer grado! ¡Seguro arderá en las llamas del infierno!

La verdad es que la pobre mujer había traspasado muchos de sus límites viendo esta película. Seguro estoy que fue demasiado para ella y seguramente tardó tres días en acabar los tres mil cuatrocientos ocho padres nuestros que serían la más pequeña penitencia por su pecado, los cuales merece, pero no por pecadora irredenta, si no por mensa crónica. Aunque en un ataque de sinceridad he de decir que la peli está refresa y que no me alcanza la cabeza para imaginármela viendo El imperio de la pasión, Una película Serbia o Irreversible. Seguro con una de esas muere fulminada por un rayo emanado de la virgen de las santas extraviadas.


Bigas Luna es uno de esos directores españoles que en una época fue de rompe y rasga; era como Pedro Almodóvar, pero sin lo chistoso y en perverso. Es, por supuesto, uno de los referentes obligados cuando se habla del cine español. Recuerdo que cuando estaba en la universidad vi la primera película que le conocí. Era Las edades de Lulú y la verdad es que mis cuates y yo nos metimos porque, con el cartel y el nombrecito, una parte oscura y libidinosa de nosotros se imaginó una cosa como Las hermanas superhúmedas o Baby, la puerquita cachonda. Y nos encontramos con algo muy diferente. Bien sexoso, pero enteramente diferente. Bueno, mientras navegábamos entre incestos, transexuales y tipos dándose cariño, descubrimos a Bigas y su mundo particular y nos dimos a la tarea de seguirlo en películas como Caniche, Jamón, jamón, Huevos de oro, La teta y la luna, Bámbola, La camarera del Titánic, La maja desnuda y hasta la infumable Son de mar.

La verdad es que realmente nunca me ha parecido un gran director. No me encanta su manera de contar las historias y me parece que lo suyo, lo suyo, es tratar de escandalizar, pero de una manera por demás obvia. Digo, hacerlo llenando sus cintas de carne, temas tabú y mucha oscuridad se me hace muy obvio, pero estoy seguro que muchos directores actuales han encontrado una inspiración muy grande en él cuando hacen sus películas. Debe ser muy chido sacar tus demonios y que los que dicen que saben de cine lo califiquen como arte.

A mí, en particular, Jamón, jamón no me encantó. De hecho ni siquiera me pareció muy fuerte, pero tengo muchas cosas que agradecerle. En esa cinta, por ejemplo, ya se bosquejaba el enorme actor que con el tiempo llegaría a ser Javier Bardem. Aunque Bigas Luna se encarga de mostrarlo como un sex symbol –que por cierto parece-, el actor alcanza algunos registros que ya profetizaban sus alcances. Luego lo vimos en maravillas como Mar adentro, Antes de que anochezca y No es país para débiles y nos percatamos que ser galán nunca fue su meta. Bardem es un actorzote más allá de su físico. Por otro lado creo que fue la última película donde Penélope Cruz se vio como la supermami que era. Toda ella era sensualidad y cachondeo. Era sexy, muy sexy y harto hermosa. Tenía las curvas en su lugar y pintaba para actriz. Lástima, se nos quedó en el camino y luego se perdió y ya jamás volvió a encontrarse. De hecho creo que su salida del purgatorio se ve muy lejana y más cuando la ví en Bandidas. Sí, la cosa esa que hizo con la Hayek y donde más que ladronas de poca monta parecían tortillas de altos vuelos. No sé que es peor, si su imagen de españolanorexicabiafrana o su acento castizo cuando habla en inglés. En Volver tuvo un intento de redención, pero ahí se quedó y ni el Oscar ni Woody Allen pudieron hacer nada al respecto. Pensaría que Almodóvar se la acabó, pero eso es imposible e impensable. También le agradezco mucho a Bigas Luna el final de la película. Es tan surrealista que me encantó. Eso de matar a alguien a jamonazos sólo se le podría ocurrir a él.


No, Jamón, jamón no me parece maravillosa, ni Bigas Luna el director que el séptimo arte esperaba, definitivamente no. Pero verdaderamente me encanta que la gente, después de tantos años, se siga escandalizando con tan poco. La desnudez nos provoca un susto que pareciera que nosotros no tenemos un cuerpo y que como en plena edad media la gente se baña con los ojos vendados para no ver sus inmundicias.

Mi amiga, la fanática de las iglesias, se asustó mucho. Tanto que me describió escenas de la película sospechosamente muy a detalle: me contó de Bardem toreando en pelotas y haciendo cositas con Penélope. Me contó del casting para modelar trusas, el olor a ajo y los grititos de urraca que le hacía la señora de moral distraída a Jordí Mollá. Era tan detallada que asustaba. Y no sé si por mala gente que soy o por mal pensado -virtud de la que me precio- pero me sonó como que no la había visto una sola vez. Eran muchos detalles y la arrinconé hasta que ya sin salida me dijo que la había rentado porque era muy dedicada y le habían dejado hacer una especie de crítica al respecto y no quería fallar ¡Sí, cómo no! ¡Si detrás de cada prófuga de los conventos hay una calenturienta de amarrar!

Mi amiga sigue con su curso de apreciación cinematográfica ampliando sus fronteras y de pasada quemándose los fusibles. En su afán por conocer me pidió que le recomendara alguna película. Yo siempre dispuesto a ayudar le recomendé 8 y medio de Fellini que de verdad me parece una joya invaluable. Resulté muy inocente. Santa María de las imperdonables tuvo a bien decirme que estaba bonita, pero que se había aburrido un poco e hizo una visita a mi filmoteca particular. Casi me da un soponcio cuando ví su selección. La lista iba de Besando a Jessica Stein hasta El show de terror de Rocky, pasando por cosas como El imperio de los sentidos, Sexo por compasión, Exxxorcismos, La virgen de los sicarios, Storytelling, Irreversible y El libro de cabecera. No ha caído aún el rayo del cielo que la consumirá por sus pecados, y más aún, la última vez que la ví tenía una cara mezcla de felicidad y ganas que daba miedo. Creo que ya está lista para ver Salo y yo para quemarme en las llamas del infierno por desviar a una buena mujer de su santo camino. Lo que hay que ver.