3 de febrero de 2012

Por tus pujidos nos cacharon

Por Edgar de la Flor @ecaos

La televisión y yo tenemos una relación como la de un matrimonio después de diez años de casados; las más de las veces no nos soportamos y hasta nos caemos gordos, pero no nos dejamos. Entonces todas las noches me arrano en mi cama y me dispongo a ver qué encuentro. Cierto es que hay días que pasan series que me entretienen mucho y las agradezco, pero los días que no está Modern Family, L&O SVU, CSI, Big Bang Theory o Grey’s anatomy, enloquezco y como poseso me pongo a apachurrar el control remoto hasta que encuentro algo que consiga captar mi atención por la razón que sea, y créanme, hay veces que estas razones son francamente bizarras.

Pues bien, bajo ese tenor, ayer me dió por “monitorear” la televisión y en uno de tantos rebotes me encontré con una película mexicana de ficheras que me atacó de nostalgia, me trajo muchos recuerdos de mi calenturienta pubertad y adolescencia, y me puso a pensar lo triste que fue la industria cinematográfica mexicana por dos sexenios consecutivos, y lo poco que cambió luego.


Todavía recuerdo como si fuera ayer la primera película de ficheras que ví. No tendría más de 12 o 13 años cuando mis hermanos –la ventaja de tener hermanos mayores- me metieron de contrabando a ver una función doble en un cinesucho de San Juan del Río. Dicho antro tenía dos salas y en esas épocas se acostumbraban las funciones dobles en los cines piojos, de tal manera que en una sala proyectaban “El exorcista” y “Satánico pandemonium” –glorias del gore gringo- y en la otra estaban cosas como “No me las des llorando que no te las pedí gritando” y “Por tus pujidos nos cacharon” o algo así. Adivinen a cuál entramos. ¡No tienen una idea de lo que pasó con mis hormonas cuando la primera gordita dejó al aire las chichis!¡Era la primera vez en mi vida que veía una peli así! Bueno, salí hasta mareado. Total que en una tarde y de golpe y porrazo aprendí harto de la sexualidad del mexicano bajo la tutela de Angélica Chaín y Alfonso Zayas, que eran primerísimas estrellas en esos tiempos

Hoy, a la vuelta de muchos años, veo que las cosas no han cambiado en nuestro cine. Por supuesto ya no se hacen películas de ficheras, eso se quedó en el recuerdo de muchos señores perversones y en los anaqueles de cine mexicano del mixup, donde al parecer son muy exitosas. Pero seguimos tan extraviados como entonces y dando tumbos de camionero borracho en la México-Cuernavaca.

Desde la denominada época de oro del cine mexicano adquirimos la maldita costumbre de tomar un tema, explotarlo hasta acabárnoslo, para luego quejarnos de el hasta el cansancio. Entonces hemos tenido temporadas de películas campiranas, urbanas, de rumberas, de ficheras, de amores juveniles, musicales, rocanrroleras, fresas, de narcos, etc., pero eso si, nunca mezcladitas.

La peor parte, es que de unos años para acá nos movimos literalmente para el otro lado del mecate y nuestros realizadores se han vuelto profundos e incomprensibles, o bien pretenciosos y cuquis. En el México de hoy sólo se hacen dos tipos de películas: para festivales aunque no tengan la calidad para ello, o copias baratas del cine americano.

Casi estoy seguro que en el CCC y en el CUEC llevan un curso que se llama “Explica tu película, que nadie entiende, para que nadie lo entienda”, y si antes sólo Ripstein salía a decir que sus películas no necesitan entenderse porque el arte tiene muchas interpretaciones, hoy en día parece que todos aprendieron el mismo discurso. De tal manera que dejamos las películas de tetonas paseándose en pelotas y de peladitos albureándose, y las sustituimos por cosas que no entendemos pero que a los franceses les encantan, y se barajan nombres de directores como Naranjo, Reygadas, Tort, Fons y varios pelados más que nos quieren venir a vender que sus películas son muy buenas porque en Europa pegaron muy fuerte. ¿Qué no han oído que en España el Santo es ídolo y en Francia consideran sus películas de culto? Ojalá pensaran en eso y luego se acordaran de los monstruos con ziper que salían, a ver sí así nos presumían sus películas tan progresistas que enloquecen a los europeos.

O la otra parte, los creadores de vanguardia pero agringados, que nos quieren vender sus películas como productos de consumo masivo, pero que son tan mexicanas como los mexicanísimos “Nachos” y que al copiar de manera tan descarada el cine norteamericano -pero con una veinteava parte de calidad- terminan pareciéndose a los juguetes chinos que venden en el centro. Y para colmo tampoco tienen tanto público, porque neta si preferimos antes ver a Scarlett Johansson que a Martha Higareda, o a Tom Cruise que a Kuno Becker, y los boletos cuestan lo mismo. Ya quisieran tener la mitad de público que tenían “El macho biónico” y “El día de los albañiles” cuando se estrenaron.

Y no es que quiera hacer una defensa pletórica de las películas de ficheras, pues ni que anduviera en drogas. No, lo que Yo digo es, primero, que el cine mexicano debería ser más variado. No todo lo que se produce en nuestro país tiene que ser para festival, ni una copia barata de las películas gringas.

En mi opinión, que no es humilde, pero sí muy mía, se tendrían que hacer películas que reactivaran la industria, que metieran mucha gente en las salas y que dejaran lana para hacer más. Y después, que ya estoy harto de escuchar a los directores que piensan que están resignificando la esencia del cine porque hacen una película que de tan profundas hartan hasta a los tres pelados que las ven. Hace unos años, y por bestia, entré a ver Batalla en el cielo de Reygadas, y créanme fue una experiencia desastrosa. Es una película lenta, mal fotografiada, mal editada, aburrida, mal actuada, censurada por su mismo director y para colmo pretenciosa. Pero eso si, se la pasó festivaleando y hasta ganó algunos cuantos. Ayer vi La última muerte. Me voy ahorrar mi opinión. La mejor manera de editorializarla es en silencio.

No, no sólo eso debe ser el cine mexicano. En México se deberían hacer también esas, pero acompañadas de otras, que llegaran a otro público, a aquel que va al cine a ponerse en pausa y divertirse. Ya de por sí tenemos una muy mala educación cinematográfica producto del cine gringo, como para alejarnos más por películas que solo sirven para aplanarnos los cuartos traseros, o para fusilárnoslos pero mal.

Total que me quedé viendo lo malo que era la peli que estaban pasando en la televisión, pero me reí mucho. Me reí de pena ajena porque hasta el Comanche enseñaba sus miserias, porque las gorditas enseñaban sus lonjas sin misericordia y porque nos avergonzamos mucho de nuestro pasado fichero cuando hoy en día seguimos haciendo algo parecido, pero lo mandamos a san Sebastián y a Venecia para luego regodearnos al decir que son muestras del nuevo cine mexicano, o bien salen sus productores-saludos Lemon films- a presumirnos su primer mundo de peluche. Lo que hay que ver!