27 de septiembre de 2012

Sólo cuando me río

Sólo cuando me río…

Por @ecaos

Que tristes han estado estos días para el cine. No sé si será que el otoño ya nos alcanzó cuando ni bien habíamos dejado el verano, o que este año ha habido muy poco para recordar en cuanto a películas se refiere porque la cartelera ha estado bien pobre. Y en esos andares pues me he metido a ver cada cosa que a veces no quisiera pensar que lo hice. Digamos que soy como el teporochín que ya por último le mete al alcohol de farmacia con tal de ponerse una guarapeta. Pero bueno, si lo veo en frío también me ha servido para echarle un ojito a la clase de espectadores que somos los que llenamos los cines a los que voy. ¡Qué pena con la visita! Tenemos la marca del mecapal bien profunda.

Y es que si sumamos lo que somos, más lo que las distribuidoras de cine piensan que somos, me sorprende que no terminen programando puro videohome, o pelis gringas de esas que ellos mandan directo a video –Y ya para que ellos las manden directo a video es porque deveras…-. Digamos que somos como “el tercer mundo de la cinefilia”. Y me atrevo a decir ésto porque en días pasado fui a ver dos comedias, malitas, pero enteramente diferentes entre ellas. Desde el humor hasta, por supuesto, la factura. Y antropológicamente fue toda una aventura.

Pues nada, que como no tenía nada que ver -y tampoco tengo vergüenza- me metí a ver “Suave patria” (2012) y “Ted” (2012). Y, aun así, conservo el sentido de la vista. La razón ya la tenía extraviada y el gusto trastocado.


“Suave patria” es la cosa esa que patrocinaron dos que no son actores, pero que así consiguieron su protagónico. Bueno, si hay otros que llegaron a sentones por lo menos hay que reconocerles a éstos que se pusieron a trabajar para conseguir lana que luego tiraron a la basura.

Con un guión lamentabilísimo, Adrián Uribe y Omar Chaparro hacen gala de sus muy limitados rangos actorales dándoles vida a un par de intentos de actor que se ven involucrados en un secuestro, y durante dos horas te soplas sus torpes intentos de salir de la situación y ser chistosos sin conseguirlo. Héctor Suárez y Mario Iván Martínez, siempre cumplidores, pero supongo que porque las cuentas no se pagan solas. En fin, una película mal actuada, mal iluminada, peor editada y pretenciosa, ¡muy pretenciosa!, pero en quedito. Digo, se llenaron la boca en decir que su película “no era para festivales” –¡Ah, ¿te cae?! Sino para divertir al público -¡¿?!- ¡¡¡¡Nel!!!! Por cierto, cuando le conté a un cuate que me dio entre ternura y tristeza ver a Javier Bátiz ahí y me preguntó que ese quién era, casi lloro.

Por otro lado, también me metí a ver “Ted”. La opera prima de Seth MacFarlane, el mismo realizador de “Padre de familia”. Esta serie políticamente incorrecta es como la versión actualizada de los Simpson, pero en tachas. Pues nada, “Ted” es la historia de la amistad de un tipo y su oso de peluche, con el pequeño detalle de que el juguete cobra vida por un deseo infantil y crece junto a su dueño. Brevemente te cuenta como el oso tiene sus cinco minutos de fama y luego la vida pasa mientras su dueño se convierte en un perdedor con suerte que es bien moto, pero se está tirando a Mila Kunis y tiene que decidir entre el osito y la reina. Vaya, entre los dos peluches ¡¿no?! El punto es que el juguetito es un desmadre, pachequísimo, borracho y jugador. Además de ser el objeto del deseo de un papá y su hijo bien pirados. La verdad es que no es nada del otro viernes, pero está bien hecha y tiene unas referencias muy divertidas a la televisión, el cine y el mundo del espectáculo con el que todos hemos crecido. Dentro de dos semanas ya no te acordarás de ella, pero mientras te hace reír.

El punto es de lo que se ríen mis coterráneos en el cine. En mi opinión una buena comedia te hace reír por la circunstancia o por un estupendo gag metido a tiempo. Pues no, aquí somos como adolescentes calenturientos y granosos, entonces cada vez que alguien –o algo- decía “Cabrón”, “Pendejo” o “Chichis” todo el mundo se reía, por el puritito hecho de que lo estaban escuchando. No importa el momento o la situación basta con oírlo. Nada que tuviera que ver con la intención o el modo, lo oían y había sonora carcajada. Lo cual deben agradecérselo con toda su alma al cielo los que hicieron “Suave patria” porque de otra manera no habría modo de que alguien recomendara un tabique de ese tamaño.

Y no es que esté predispuesto, pero como en mi aldea todas las películas son dobladas y me soplé “Ted” en español - Nada que si Joaquin Cosío y la manga. El cochiloco es un actorazo, pero no soporto que hoy en día quieran andar doblando todo. Está bien que en todo sentido es una moda, pero en una de esas se la tuercen-. Y bien, muchas de las veces reí como idiota por las referencias, pero me reía solo y me volteaban a ver feo. Y ya llegué a mi límite cuando una reina le dice a Ted: “No lo haces mal para ser un oso de peluche sin pene” y él contesta “Y no sabes todas las cartas que he enviado a Hasbro para reclamarles”. Solté la carcajada y una señora sentada atrás de mi me hizo “¡Shhhhhhhhhhh!”, me volteé y le dije: “¡¡¡En serio!!!! Se lo tengo que explicar o cómo”. La fulana me vió feo y luego se volteó. Ofendida, pero orgullosa. ¡Chale!

No basta con que la gente lleve a sus engendritos porque ve un osito y cree que la película es para niños aunque afuera haya un letrerote que dice que es para mayores. Luego, éstos se aburran y encuentren bien divertido estar haciendo su desmadrito a media película. No basta con que ellos se rían cien veces de lo mismo –es que el Vítor se oye bien chispa diciendo peladeces-. No basta con la incontinencia infantil de las adolescentes que van al cine en grupo, y que te pasen por enfrente cincuenta veces para ir al baño. Ahora resulta que una vieja horrenda se cree con el derecho de callarme por reír en un chiste que ella no entendió. ¡No es de Dios!

No, “Ted” no es una gran película, por supuesto. “Suave patria” ni siquiera califica como película. Ni en drogas las recomendaría. Pero si hay algo que puedo recomendar… Si tienen tiempo déjense caer por Cuautitlán Izcalli y métanse a ver cualquier película en cualquier sala de cine de cualquier cadena. Es una experiencia paranormal que se tiene que vivir por lo menos una vez en la vida. ¡Lo que hay que ver!