19 de octubre de 2012

Después… después… y sigue pasando…

Por Edgar de la Flor @ecaos

Los mexicanos tenemos un problema serio con el español. Parece que no nos gustara. Y nos resulta como más elegante utilizar anglicismos, no importa si existe el equivalente perfecto en nuestro idioma, la cosa es que en inglés se oye mejor – ¡si, ajá!-. Y entonces te toca escuchar desde el que dice “vamos al mall”, “casi me da un panic attack” o los peores: “¡Quiero un Starbucks!” y entonces ya no entendiste si quieren una cafetería o una de las 200 versiones de café que venden en la misma. El punto es que si lo dicen en inglés piensan que les da categoría ¡Puaj! Y llega a tal grado este fenómeno que el otro día escuché a un tipo en la radio decir :”Pues es que en español como que se oye más naquito”… ¡Pero si achú! Dirían en mi pueblo…

Solo hay una expresión que creo que sería muy difícil traducir y que cumpliera cabalmente el propósito que tiene. Cuando decimos acoso, o acoso escolar no nos resulta tan claro como si decimos “Bullying”. Hoy en día cuando hablamos de bullying, casi todos entendemos esa circunstancia a la que se ve sujeta un individuo, en la que es sometido a una severa violencia física, emocional y psicológica en su entorno. Y esto puede pasar en la escuela, en la casa o en tu lugar de trabajo. El asunto es que puede ser tan violento que ha llevado a muchas personas hasta situaciones verdaderamente dramáticas y por último al suicidio. Y todos los días escuchamos o leemos algún caso en radio, televisión y medios electrónicos. Es un problema grave que apenas se está dimensionando. Y en ese afán de conocerlo pues rayamos en los excesos.

Y en este tenor se estrenó esta semana “Después de Lucía” (2012) Una película de Michel Franco, el director de aquella película tan difícil, “Daniel y Ana”, del (2009). Nada más que ésta tiene en su palmarés haber ganado en el festival de Cannes la sección “Una cierta mirada”. Lo cual no es poca cosa. Y por lo mismo ser la selección oficial de nuestro país para pelear por el Oscar Y por los Goyas, asunto que siempre será motivo de discusión.
 
He de decir que “Después de Lucía” es una película incómoda. Es como pasar por donde hubo un accidente de tránsito. Bajas la velocidad, sabes que se acerca algo horrible, y aún así esperas verlo. La historia está contada de una manera en que la incomodidad va creciendo como se van sucediendo las cosas, pero éstas no pasan rápido, se van dando. Y tu te vas acercando, de alguna manera quieres verlo, pero sabes que no te va a gustar.
 
Y si, una de las partes importantes de ésta película es el bullying al que se ve sometida una hermosa joven de 16 años llamada Alejandra por parte de sus compañeros de prepa - Interpretada por una niña de nombre Tessa la que aparte de bonita promete como actriz-, y la manera como se convierte en la víctima propiciatoria para lo terrible que ya es la situación. Ella no parece exactamente eso, un víctima, pero se termina convirtiendo. Y sucede porque su entorno la va absorbiendo.
 
La película nos deja ver como es la vida de cierto tipo de adolescentes y su circunstancia, que no debe ser muy diferente a los demás aunque tengan circunstancias poco parecidas. Y entonces vemos la relación que guardan con su entorno, con las relaciones sociales, con las adicciones, con la tecnología y más aún con ellos mismos. Y es difícil, aunque no creo que sea tan diferente, salvo por la red y sus miasmas sociales, de lo que fue ser adolescente hace 25 años. Siguen buscando la aceptación al precio que sea, siguen metiéndose cosas para evadirse y siguen agrupándose por afinidades, dejando fuera todo lo que les parezca diferente. Lo que es peor aún, los padres de los adolescentes de hoy pareciera que nunca lo vivieron y que sus hijos son harto diferente a lo que ellos fueron. Y es tan grande su deseo de que así lo sea que terminan con una ceguera selectiva que duele. Quizá ese sea uno de los grandes aciertos de la película. Nos mete en medio de un grupo de adolescentes y nos recuerda qué es y cómo era. Lamentablemente tarda mucho en que ésto suceda y termina opacando cosas importantes de la propia película. 
 
Por otro lado, creo que el gran tema de “Después de Lucía” es la pérdida, la manera como reaccionamos ante ella y como eso afecta todo lo demás en nuestras vidas. Desde el título nos habla de “Lucía” la madre y esposa muerta y el estado de indefensión en que queda su familia ante la nueva adquirida orfandad. Un papá –interpretado de gran manera por un excelente actor llamado Hernán Mendoza- que no puede lidiar con el hecho que su mujer murió y vive un depresión que está acabando con él, y su hija con sus propios problemas que aumentan por su afán de mantenerlo protegido. Nada funciona para ninguno de los dos y solo hace un caldo de cultivo que originara muchas tragedias.

Insisto, “Después de Lucía” es una película incómoda, con muchos de los problemas del cine mexicano actual. Está bien fotografiada –La última escena es un poema-, pero muy mal iluminada. El guión sufre mucho en su momento de definición. Pero es, en verdad, una película importante y hay que verla Es un muy grato esfuerzo por hacer cine de calidad con lo que se tiene, y en su presentación en el mundo ha sido exitosa. Esperemos que aquí también, y que no se convierta solo en un producto de consumo para los franceses. 
 
Lo que particularmente me llama la atención, es que en las entrevistas hechas a los actores, al director y a los productores todos dicen que debido a la actualidad del tema tiene muchas oportunidades de acceder a los premios. No entiendo. El bullying no es algo actual. Lo actual es que le pusieran nombre, y cuando los gringos le ponen nombre a algo se vuelve marca registrada.

Yo fui un adolescente gordo, chaparro, de lentes, criado por siete hermanas y una mamá y un poco nerd -Lo estoy escribiendo y hasta a mi se me antoja bulearme en este momento- pero siempre fui mala persona. Cualquiera que pensara pasarse conmigo se lo pensaba dos veces antes, porque tarde o temprano iba a tomar revancha y de las feas. Así que no, no me queda claro cómo funciona, pero creo que el primer y último instinto con el que contamos es el de supervivencia. Ese a mí me hizo la vida vivible. Y es el mismo que me cuesta en la película encontrar.
 
“Después de Lucía”, para mí, no es una joya, Pero es una buena película que se tiene que ver. No es para todo público, pero aquel que se aguante los primeros veinte minutos se va a quedar hasta que se acabe. Y una vez que la viste van a pasar muchos días antes que la puedas dejar. ¡Lo que hay que ver!